A LOS LECTORES

En este blog se intentará rememorar viejas glorias del deporte nacional y mundial, como así también grandes momentos que, en tiempos tan vertiginosos, llevan a más de un desmemoriado a interpretar el presente sin incurrir en el pasado (arma vital para comprender la actualidad y prever el futuro).

jueves, 13 de septiembre de 2007

Pionero entre los criollos

El 12 de julio de 1924 fue un día clave para el deporte argentino y sudamericano ya que Luis Antonio Brunetto conseguía la primer medalla para el país en los Juegos Olímpicos de París 1924 y para toda Sudamérica a través de disciplina de salto triple.
El rosarino fue uno de los 93 criollos que pisaron suelo francés en aquellos días con la intención de participar en Los Juego Olímpicos por primera vez oficialmente como delegación (en París 1990, participó Eduardo Camet porque vivía en la ciudad y en Londres 1908, por el mismo motivo lo hizo Héctor Torromé), y llegaba con los ojos llenos de lágrimas ya que era la primera vez que el santafesino pisaba el primer mundo.
Siendo un joven entre los atletas (antes había que tener más de 20 años para poder participar en una competencia olímpica), Luis Brunetto dejó atrás miedos, nervios, ansiedades y emociones para saltar –según las estadísticas del torneo- 15, 42 m, 10 centímetros menos que el australiano Antonhy Winter quien obtuvo la medalla dorada. Aunque hay versiones de medios extranjeros que afirman que el último salto de seis que dio el argentino midió 5, 70 metros mientras que en la planilla oficial figura como nulo. El mito todavía sigue siendo mito. Lo que nadie le pudo quitar al rosarino, que hacía sus primeros pasos en el atletismo grande, fue la medalla plateada y la satisfacción de haber batido el record argentino en esa prueba, marca que continuó siendo inalcanzable para los atletas nacionales hasta 1975 cuando lo mejoró Emilio Mazzeo en México.
Luego de obtener cinco Campeonatos Sudamericanos consecutivamente (1924, 1926, 1927, 1929 y 1931) y tres Torneos Nacionales (1921, 1922 y 1924), Brunetto siguió ligado a su amor: el deporte, desde la dirigencia en su ciudad natal.
Finalmente le dijo adiós al mundo un 7 de mayo de 1968 y desde los comienzos de 2001, la pista de solado sintético del estadio rosarino lleva su nombre.

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